viernes, 1 de mayo de 2009

Jamie Cullum y los críticos de jazz.











Jamie Cullum es ya el artista de jazz inglés más exitoso de la historia. Quizás sea por esta razón que Culum no ha recibido buenas críticas a pesar de que sus dos últimos trabajos Twentysomething y Catching Tales han vendido casi 7 millones de discos y sus conciertos sean, probablemente, los más divertidos y originales que puedas ver en este momento. Estamos ante el mismo problema de siempre. Ya ha pasado en repetidas ocasiones.

En los años 80 se hablaba de Los 3 traidores del jazz, haciendo referencia a tres figuras prácticamente indiscutibles actualmente como son Al Jarreau, George Benson y Grover Washington Jr. Su problema? Simple y llanamente haber decido variar los arreglos tradicionales con el objeto de conseguir llegar a espectros más amplios y, de paso, satisfacer sus gustos personales. Pero para los sesudos críticos de jazz, ahora y siempre, eso ha sido un sacrilegio. No importa el como, pero salirse de las “estrictas” normas del jazz tradicional no parece permitido, al menos si pretendes obtener buenas críticas. Me da la impresión de que en el afán de preservar la estructura musical clásica se olvidan de lo esencial. El jazz, como lenguaje tiene un espectro muy amplio y se encuentra en constante transformación. A diferencia de otras músicas modernas, el jazz es simbiosis. Y Jamie Cullum entiende eso a la perfección. Su voz no es académica, desde luego, pero
canta realmente bien y dispone de muchos y variados recursos para minimizar sus carencias (acaso la voz de Frank Sinatra era excepcional desde el punto de vista técnico?). No es el mejor pianista de jazz, sin duda, (tampoco Jobim es un gran pianista) pero no se trata de eso ya que resulta tremendamente reduccionista concluir que para que un jazzman sea bueno, debe tocar de forma excepcional y tener una voz impecable. La música es un arte, y el arte es para artistas. Un excelente intérprete puede no ser un buen músico y un gran músico puede ser limitado en la interpretación. Cullum es un músico excelente, canta bien, toca el piano a buen nivel y tiene la cualidad de comunicar todo ello de forma impecable. Pero los críticos afirman que Cullum hace demasiadas “monerias” en el escenario, y que lo hace con objeto de ocultar su presunta incapacidad. Y esa afirmación resulta aún más sorprendente ya que los directos de Cullum son realmente fantásticos. No sorprende que Cullum salte por encima de su piano al interpretar su tema “Twentysomething” (link letra), pero para ello debes entender la letra. Tampoco parece que sea una herejía que nos muestre como “samplea” sonidos en directo y los mezcle para componer el ritmo del siguiente tema a interpretar, o que se permita introducir algún track usando las maderas de su piano como percusión, o que baile con los temas más animados, o que se vacíe interpretando “Wind Cries Mary” de Jimi Hendrix y acabe exhausto estirado en el suelo del escenario. Todo ello es espectáculo y no resta ni un ápice a la calidad de su propuesta, bien al contrario, suma, aunque algunos prefieran verlo diferente en aras de la inalterabilidad de aquello que denominan pomposamente “jazz con mayúsculas”.

Lo triste es que probablemente los mismos que ahora afirman sin rubor que Cullum es un producto comercial decidan encumbrarlo dentro de unos años sin siquiera admitir su error. Pasó con los mencionados “tres traidores del jazz”, pasó cuando apareció el Swing y volvió a suceder con el Be-Bop. Pero los críticos (algunos, no todos) no aprenden.

Cullum es mucho más interesante que otros artistas aparecidos en los últimos años y que pretenden compartir el mismo abanico musical. Gente como Diana Krall (con más producción que recursos musicales propios), el propio Michael Bublé o el menos conocido Peter Cincotti, por citar sólo a tres, se mueven ahí, pero ninguno de ellos es tan original e interesante como este inglés nacido en Essex (como Ian Dury) el 20 de agosto de 1979 (aún no ha cumplido 30 años), criado en Wiltshire, a quién Miles Davies introdujo para siempre el gusanillo del jazz.

Quizás no le han perdonado que comenzara su carrera tocando en pizzerías, cruceros o incluso en espacios públicos. O puede que el entorno del jazz se haya aburguesado en exceso. O que los críticos de jazz se quedaran anclados en los años 50. Sea lo que sea lo único que tenemos claro es que vale la pena seguir la carrera de Mr. Cullum.
Escribiremos más sobre él ya que tiene previsto sacar un nuevo disco para este año.
Para abrir boca os recomiendo su concierto grabado el 1 de Julio de 2004 en Blenheim Palace y que podéis ver en Youtube o, lo que es mejor, comprarlo en DVD. Vale tan sólo 10 euros y te hará disfrutar.

Aquí tenéis un pequeño adelanto. Espero que os guste.




Jazzy

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